Discapacidad o capacidad

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En términos básicos, oír es la capacidad de percibir vibraciones a través del oído. Se considera pérdida auditiva cuando una persona no es capaz de recibir estas vibraciones, al nivel sonoro de un susurro, en al menos uno de sus oídos. Según la OMS, 1100 millones de personas en el mundo padecen pérdida auditiva y casi 400 millones discapacidad auditiva. La cantidad de tipos, causas, niveles o remedios de los problemas auditivos es tan dispar, que podríamos afirmar, que hay tantos tipos de sordos como personas.

Se suele decir conmúnmente que las personas con pérdida auditiva desarrollan mejores capacidades visuales. Numerosos estudios lo refrendan y añaden que las discapacidades sensoriales no sólo provocan la agudización de otros sentidos, sino que también potencian formas alternativas de percibir, relacionarse, pensar, adaptarse o resolver problemas.

No existe una forma única de percibir el mundo sonoro. El tacto, la visión, o la imaginación son igual de válidos. Llega un momento en el que debemos preguntarnos si las personas con deficiencia auditiva padecemos una discapacidad o poseemos una capacidad diferente.

Y es que si entendemos capacidad como un ecosistema de habilidades y sentidos que dotan a cada uno la posibilidad de percibir y comprender lo que nos rodea, en ocasiones podríamos decir que estamos sobrecapacitados.

Éste, es precisamente el tema tratado por la exposción “Oído infinito” que se desarrolló durante el pasado trimestre en el espacio de arte contemporáneo de Madrid CentroCentro. El proyecto nació de la siguiente premisa: ¿qué pasaría si la sordera se considerase una habilidad del oído? Mediante la interacción con las obras se indaga en la manera en que las prácticas artísticas pueden contribuir a nuevas concepciones de escucha.

Las obras presentadas en este proyecto desafían el concepto discapacidad auditiva. Ponen en relieve que cada persona con deficiencia auditiva o no, posee una capacidad de audición diferente y cuestiona el oído como único canal de percepción sonora. Se oye a través de distintas formas, se oye por un cúmulo de habilidades individualmente desarrolladas, se percibe el mundo sonoro de manera personal a través de los niveles y de la globalidad de las capacidades auditivas de cada uno.

La exposición comisariada por Council recoje 3 conjuntos de obras: una serie de instrumentos de Tarek Atoui, películas y esculturas de Alison O’Daniel y una mediación performativa de la exposición de Valentina Desideri, Lendl Barcelos, Myriam Lefkowitz y Catalina Insignares.

La colección de instrumentos de Tarek Atoui denominada “Within” desafía el modo en el que la sordera puede influir en nuestra comprensión y apreciación de la ejecución del sonido, su espacio y su instrumentación. En palabras llanas, es un conjunto de instrumentos poco convencionales con los que el visitante puede interactuar y percibir de maneras menos convencionales todavía.

 

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Una de ellas, es un suelo formado por mesas de percusión que transmiten el sonido a través de materiales sólidos como el metal o la madera, en vez de a través del aire. Con las manos se puede percibir el sonido de estos elementos antes de que llegue al oído. Otras de las mismas, corresponden a sub-ink, que son instrumentos modulares en los que al tocar con los dedos un dibujo se puede reproducir un sintetizador de forma rítmica o melódica, así como conectarse a otros dispositivos, sincronizando músicos con diferentes capacidades auditivas. Otro instrumento denominado “Ouroboros” son unos tubos de plástico con transductores y una caja electrónica, en el cual el sonido se forma dentro de la boca del intérprete que se coloca un tubo con altavoz en la garganta. Al abrir y cerrar su boca, y sin emitir sonidos, se modula y controla la resonancia y frecuencia de retroalimentación entre el altavoz y el micrófono del instrumento. O por ejemplo otro de ellos, es una mesa de madera dotada con 40 objetos y baquetas, en la que tumbado sobre la tabla puedes experimentar un masaje sonoro percibiendo a través del cuerpo. Este instrumento es utilizado con fines terapéuticos y pedagógicos, aparte de artísticos o recreativos. Como inaguración o colofón de la exposición se suele poder asistir a un concierto donde personas con hipoacusia, dirigidos por un músico de renombre, interpretan al unísono los instrumentos de Tarek.

 

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La segunda parte de la exposición corresponde a la obra de la artista hipoacúsica Alison O´Daniel. En una de sus esculturas , por ejemplo, cuelgan del techo formas de cobre hechas a partir de los moldes de silicona de óidos internos de personas hipoacúsicas. En su película “The Tuba Thieves” recorre diversas experiencias del colectivo: desde la hipersensibilidad hacia las normas sociales, la variación del volumen, la agudización de otros sentidos, la invención de lenguajes…, hasta la frustración o el humor en las malinterpretaciones. En definitiva, rinde homenaje a la relación de todas las personas con el sonido. Cualquiera puede acceder a su obra, pero siempre de forma parcial, según la forma de oír del visitante.

 

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La tercera parte se define como una guía para escuchar. Es una mediación que combina prácticas artísticas, terapéuticas, musicales, conceptuales y esotéricas, donde los participantes experimentan diversas relaciones entre el cuerpo y el sonido. Esta obra revela cómo los cuerpos e incluso las preocupaciones del visitante participan en la interpretación de la misma, llevando hasta el aprendizaje de nuevas formas de percibir y escuchar.

 

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Cada oído es único, y las capacidades de oír…infinitas.

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